LAS BANANERAS Y EL AMBIENTE


(Experiencia del Ecuador, primer exportador Mundial de Banano)

La rápida expansión del cultivo de banano después de la crisis del cacao provocó la deforestación de grandes áreas de bosques tropicales.

Por ser un monocultivo practicado en amplias extensiones, las bananeras requieren de aplicaciones frecuentes y en fuertes dosis de agroquímicos.

Hace poco menos de 10 años, el cultivo del banano llegó a ser conocido a nivel internacional por la demanda presentada por agricultores de 11 países, incluido el Ecuador, en contra de un consorcio de multinacionales que producía y exportada un agroquímico prohibido en Estados Unidos. Este nematicida, el DBCP (Dibromo Cloro Propano), causó la esterilidad de los trabajadores de las bananeras por baja producción de espermatozoides. Según datos de la OMS reproducidos en C. Barrera, este químico tiene una toxicidad aguda por sus efectos en la reproducción humana así como por su mutagenicidad y carcinogenicidad en animales. Además, presenta toxicidad crónica ya que los impactos sobre la reproducción humana pueden perdurar, incluso después de terminarse la exposición. Los efectos ambientales del DBCP son graves ya que es un agente contaminante del suelo, del aire et del agua. Es un pesticida altamente persistente y móvil. Se descompone lentamente en el suelo y migra a través de ciertos estratos. Se lo ha encontrado en aguas subterráneas y superficiales 10 años después de su uso.[i]
Desde 1977, su fabricación y utilización están prohibidas en los EEUU, pero se lo siguió utilizando en el Ecuador hasta 1985 (o sea que se lo utilizó durante 20 años) como parte del paquete tecnológico impuesto por la Standard Fruit (Chiquita).
La acción de clase presentada en 1993 en la corte de Texas contra el consorcio formado por las compañías Standard Fruit, Dow Chemical, Shell Oil, Occidental Petroleum y United Brands, fue firmada por 1200 trabajadores bananeros ecuatorianos, entre otros. El monto de la demanda asciende a 45 millones de dólares por daños y perjuicios a la salud de los trabajadores expuestos al DBCP. Aunque esta demanda todavía no haya sido resuelta,  una primera demanda presentada en Costa Rica en contra del uso de DBCP en las plantaciones bananeras fue ganada en 1992 y los 1000 trabajadores demandantes percibieron indemnizaciones.

El cultivo del banano requiere un fuerte uso de agroquímicos en todas sus etapas: aplicación de herbicidas, colocación de plásticos tratados con pesticidas utilizados para cubrir y proteger los bananos en el campo, colocación de “corbatas” y tiras de plástico tratadas con insecticidas que se atan a los racimos, tratamiento con nematicidas y fumigaciones aéreas de fungicidas. En las empacadoras, se limpia y desinfecta los bananos antes de fumigarlos con bombas de insecticidas poscosecha.

Las fumigaciones aéreas de fungicidas son tóxicas e indiscriminadas. Aunque los trabajadores (adultos y niños) deberían cubrirse y estar protegidos durante dos horas después de las fumigaciones, en la mayoría de los casos siguen trabajando sin ninguna protección. Además de las plantaciones, se fumiga a las casas de los trabajadores que se encuentran dentro de las plantaciones, a las carreteras y a las áreas vecinas por efecto del viento. A más de tener serios impactos sobre la salud de los pobladores de las regiones bananeras, les impide tener huertos familiares, lo que les hace más dependientes del mercado.

Se realizan entre 15 y 20 ciclos de fumigación de fungicidas al año[ii], que pueden durar de 7 a 10 días cada uno. Esta práctica, que se realiza a veces aunque el hongo no esté presente en las plantas de banano, acelera la resistencia de las plagas y enfermedades a los pesticidas. Los desechos de estas sustancias fluyen a los canales de drenaje de las plantaciones, provocan la contaminación de los ríos y tienen graves impactos ambientales, económicos y sobre la salud aguas abajo.  En 1994, por ejemplo, la contaminación de las aguas por los funguicidas Tilt y Callixin, utilizados en las bananeras para combatir el hongo conocido como “Sigatoca negra”, provocó la muerte de las larvas de camarón y, por ende, graves repercusiones económicas en la zona costera.[iii]

En la producción de bananos, se utiliza un mínimo de 10 ingredientes activos clasificados como extremadamente (IA) y altamente tóxicos (IB) por la OMS. (ver tabla 1)

Este sistema productivo genera problemas de salud como una alta incidencia de cáncer en el seno y en la piel, alteraciones muta génicas y genéticas que causan deformaciones físicas, problemas en el sistema digestivo, en la visión, dolores de cabeza, problemas a nivel pulmonar y del tracto respiratorio. Los problemas a nivel reproductivo son también muy frecuentes, tanto para el hombre como para la mujer.

Además, el uso de agroquímicos tiene un impacto sobre el agua, el suelo y el aire. Los desechos de gran parte de los químicos aplicados así, se escurren hacia los ríos para luego contaminar las tierras bajas. El cultivo del banano necesita altas cantidades de agua de riego, lo que genera el desperdicio de gran parte de los químicos aplicados, así como la pérdida de volúmenes importantes de agua para otros usos. Como la mayoría de los pobladores de las áreas rurales no dispone de agua entubada,  se intoxican y enferman al consumir y utilizar agua contaminada. El monocultivo y la falta de reciclamiento a la tierra de la materia orgánica empobrecen fuertemente el suelo, lo cual se compensa, en las explotaciones no-orgánicas, por la aplicación de fertilizantes químicos[iv].

Sin embargo, existen alternativas y el 30% de los bananeros ecuatorianos cultivan ya la fruta en forma orgánica. A más de proteger el ambiente y la salud de los trabajadores, ese tipo de cultivo obtiene precios más altos en el mercado. El Ecuador, en vez de ser el país de reserva y abastecedor de frutas de menor calidad, podría también apuntar a lo contrario.




[i] C. Barrera, 1997. “Juicio de trabajadores bananeros a consorcio multinacional”. In  A.M. Varrea y al. “Desarrollo eco-ilógico. Conflictos socio-ambientales desde la selva hasta el mar”. Abya Yala y CEDEP, Quito.
[ii] M. Barrera y A.M. Maldonado, 2002. « Impactos en la salud de los pobladores del Guabo por el uso de agroquímicos en las plantaciones bananeras”. 15p
[iii] C. Barrera, 1997. “El Síndrome de Taura enfrenta a bananeros y camaroneros”. In: A.M. Varrea y al. “Desarrollo eco-ilógico. Conflictos socio-ambientales desde la selva hasta el mar”. Abya Yala y CEDEP, Quito.

[iv] Fertilizantes utilizados en bananeras: Urea, Nitrato de amonio, de sodio, muriato de potasio, cloruro de potasio y superfosfato triple. Fertilizantes foliares: Bayfolán, nitrofoska, feritrinancambi, cristalon y bioarticulantes quelatizados. (C. Barrera, 1997)